El Escudo Dominicano
Desde su creación (1844) hasta el año
1913, sufrió diferentes variaciones en su diseño "tan diversas que aún
durante los primeros años de nuestra nacionalidad era difícil encontrar
dos escudos exactamente iguales, aunque fuesen impresos por organismos
oficiales".
El primer escudo de armas tenía dos ramas
exteriores de laurel y debajo de éstas, formando un arco, aparecía una
serpiente mordiendo y tragando su cola (signo de eterna evolución). En
un tercer plano aparecía, abierto y en el centro, el libro de los
Evangelios; detrás del libro había un trofeo de armas (una lanza y un
fusil con bayoneta calada a la derecha, y un sable y una corneta a la
izquierda); arriba del libro había una bandera dominicana. En segundo
plano habían dos banderas dominicanas y, en el cruce de las astas, había
un gorro frigio (símbolo de la libertad). En primer plano, en la parte
inferior, había una cinta ancha con las palabras "República Dominicana)
y, a ambos lados en la parte inferior, dos cañones con sus respectivas
balas esféricos en forma piramidal.
Constituciones, leyes y decretos
posteriores fueron modificando la estructura del escudo: se eliminaron
los cañones (Constitución del 6 de noviembre de 1844), sustitución de
una rama de laurel (primero por una de parra en 1848 y luego por una
hoja de palma desde 1853), la bandera central fue sustituida por una
cruz (1853), desaparición del trofeo de armas, del gorro frigio y de la
serpiente, cuatro banderas cruzadas en lugar de dos, etc.
Aunque esta variedad de escudos fue
apareciendo en el lapso de 1844 hasta el 1913, esto no significaba que
el más reciente desplazara al anterior; eran usados indistintamente
tanto unos como otros en documentos oficiales y a veces se combinaban
unos con otros o se omitían detalles en algunos. Cada vez que se
reformaba la Constitución, se hacían pequeñas correcciones al describir
el escudo.
Solamente a partir del año 1913 se
oficializó una uniformidad heráldica mediante decreto del 6 de febrero
de 1913 expedido por el gobierno de Monseñor Nouel, que establecía la
forma actual. En el mismo decreto aparecía un diseño, hecho por Casimiro
de Moya, reproduciendo el "Gran Sello de la Nación".
Además de la forma, dicho decreto fijó, en su artículo segundo, los colores actuales: azul ultramar y rojo bermellón.
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