Ulises Francisco Espaillat Quiñones figura ilustre de la
generación de civilistas y patriotas santiaguenses y político del país
en el siglo XIX.
Nació el 9 de febrero de 1823. Fueron sus padres Pedro Ramón Espaillat Velilla y María Petronila Quiñones.
En su niñez y adolescencia recibió lecciones de inglés, francés,
matemática y otras disciplinas, también estudió música. Todo esto, en el
terreno de las limitadas posibilidades de la educación escolar que
vivía el país bajo la ocupación haitiana de entonces.
En los primeros años de la década de 1840, estableció una farmacia conocida para la época con el nombre popular de “botica”.
Proclamada la Independencia Nacional y establecida la República para
el año 1848, comenzó su carrera política la que terminaría el día de su
muerte.
Participó de manera importante, en todos los acontecimientos y
episodios patrióticos y políticos que se sucedieron en la vida del
pueblo dominicano, al que dedicó los mejores años de su existencia y el
gran caudal de conocimientos que acumuló debido al interés por el
estudio y la práctica permanente de la actividad política.
En 1849 fue uno de los promotores del apoyo a Pedro Santana en contra
del comportamiento irresponsable del presidente Manuel Jiménez, que con
su indisciplina había “puesto la Patria en peligro”.
En 1854 participó como diputado en el Congreso “Revisor de la
Constitución”, y formó parte de la comisión redactora de la nueva Carta
Sustantiva.
El gobierno nacional encabezado por Buenaventura Báez
auspicia el desorden administrativo y la corrupción, generando en la
región del Cibao un movimiento revolucionario que estalla en Santiago en
los primeros días de julio de 1857.
Espaillat es uno de los promotores del levantamiento y suscribe junto
a otras importantes figuras de Santiago, el Manifiesto Revolucionario
contra el gobierno de Báez.
Integrado al gobierno organizado por la revolución, firma conjuntamente con el presidente José Desiderio Valverde
un decreto que ordena la incautación de los bienes de Báez,
considerados mal habidos, y en consecuencia, propiedad del Estado. Esa
decisión no tenía precedentes en la historia política de la República.
La lucha contra el gobierno de Báez se extendió por varios meses
durante los cuales se hicieron los preparativos para la convocatoria de
un congreso constituyente que tuvo a Moca (hoy provincia Espaillat) como
sede. Espaillat, diputado por Santiago, participó de manera influyente
en el mismo, que finalizó promulgando una Constitución liberal y
progresista.
Los acontecimientos se precipitaron en el orden político con los
enfrentamientos de los principales actores y Espaillat se vio obligado a
ausentarse del país pasando por las islas del norte, llegó a los
Estados Unidos, en donde permaneció por varios meses. Regresó a Santo
Domingo y se estableció de nuevo en su provincia natal.
Obligado por las circunstancias firmó el Acta de Anexión a España en
1861, pero ya en 1863 cuando la llamada “Zaragata” o “desorden”,
iniciado en la Línea Noroeste, estaba en contacto con los patriotas
auspiciadores del movimiento restaurador.
Fue hecho prisionero por las autoridades españolas y condenado a diez años de expatriación, más tarde fue indultado.
En agosto de 1863 se inicia la segunda y última etapa de la guerra
restauradora y los patriotas de Capotillo, toman a sangre y fuego, el
pueblo de Santiago e instalan el Gobierno Provisional de la Restauración
de la República.
Espaillat se convierte en la figura intelectual determinante del Gobierno patriota.
Redacta la mayoría de sus documentos fundamentales: exposiciones,
resoluciones, decretos, cartas; además, dirige el boletín Oficial y
organiza, con limitados recursos, el simple aparato burocrático del
gobierno en armas.
Escribe una serena y objetiva carta al Arzobispo Monzón, español que
llegó al país con una expresión intransigente de un pensamiento y
conducta inquisitorial.
En ausencia de Pepillo Salcedo, Presidente de la República, preside
el organismo de ejecución de la guerra por la nueva Independencia
Nacional y recibe al padre de la patria Juan Pablo Duarte, quien llega
desde Venezuela acompañado de Manuel Rodríguez Objio; a estos les brinda
atención especial acompañada del respeto que se merecen.
Sus relaciones con Duarte y Matías Ramón Mella, en ese momento Ministro de la Guerra, fueron excelentes.
De los fundadores de la República, a quienes conoció y trató, parece
que con Francisco del Rosario Sánchez no tuvo afinidad, ignorándose las
causas reales de esa diferencia. A la muerte de Mella, ocurrida en junio
de 1864, Espaillat pasa a ocupar la Vicepresidencia definitiva de la
República.
Renuncia a esas funciones durante el gobierno de Salcedo y vuelve a
desempeñarla bajo la dirección de ese general y permanece en esas
funciones luego de su derrocamiento por Gaspar Polanco. La ejerció hasta
que Polanco es derrocado por Pedro Pimentel, Federico García y Benito
Monción, en enero de 1865.
Espaillat es apresado el 21 de enero y llevado a la Fortaleza de San
Luís, en Santiago, y más tarde confinado a Samaná por órdenes de Pedro
Pimentel, líder del movimiento contra Gaspar Polanco y más tarde elegido
Presidente de la República.
En esos días le conoce y le observa con atención un oficial español
prisionero de los patriotas: Adriano López Morillo. Años después, en sus
Memorias sobre la Segunda Reincorporación de Santo Domingo a España,
refiriéndose a Espaillat apunta que: “era de carácter firme, honrado e
impenitente revolucionario y, como dije en otro lugar, algo sectario a
pesar de su educación y cultura”.
Al finalizar el proceso de la Restauración, no obstante las
diferencias políticas surgidas entre los grandes dirigentes de la
extraordinaria epopeya del pueblo dominicano, Espaillat convertido en el
verdadero ideólogo de la pequeña burguesía liberal del país, se dedica a
escribir y produce una serie de artículos y ensayos en los cuales fija
una posición política objetiva y correcta acerca del desarrollo de las
fuerzas productivas de la nación.
En su artículo “A Nuestros Amigos de los Campos“, alienta a los
habitantes de la zona rural a trabajar e incorporarse a la vida pública.
Otro trabajo discurre sobre la ganadería y requiere la creación de una
Escuela Normal, en la cual se preparen jóvenes expertos en ese renglón,
tan necesario para el progreso de la nación.
Durante los mandatos de Báez es perseguido y encarcelado y al término
de la Guerra de los Seis Años (1868-1874), es puesto en libertad y
regresa a Santiago. Desarrolla una importante labor cívica que aumenta
el respeto y la admiración por su persona.
Para 1876, Hostos se consideraba el hombre más digno del ejercicio
del poder que había tenido la República. Desde la ciudad capital se le
reclama para que sea candidato a la presidencia y el clamor se hace
nacional.
En marzo de 1876 acepta la candidatura. El 15 de abril de ese año, la
Cámara Legislativa lo proclama candidato electo por la cantidad con
24,000 votos.
Se traslada de Santiago a Santo Domingo, acompañado de una
impresionante comitiva que recorre las comunidades de Moca, La Vega, San
Francisco de Macorís y Cotuí, llegando a la capital el 27 de abril a
las 10 de la mañana, siendo objeto de un cálido recibimiento. Su
ejercicio del poder apenas duró cinco meses y cinco días del 29 de abril
al 5 de octubre de 1876.
Su gobierno patriótico, honesto, progresista y democrático fue
derrocado por una asonada militar, expresión de la intolerancia y
anarquía de las diferentes capas de la pequeña burguesía, encabezada por
Ignacio María González. Alto, amarillo, ojos azules, pelo castaño,
nariz perfilada y labios finos... con cincuenta años bien cumplidos,
regresó a su pueblo natal el gran prócer republicano derrotado por la
ignorancia y el atraso político.
Murió en Santiago el 25 de abril de 1878 rodeado de la admiración y
el respeto de todos sus compueblanos y el pueblo dominicano, su ejemplo
como patriota, político y maestro llena de orgullo a los/las
dominicanos/as.
Fuentes:
Quisqueyavirtual.edu.do
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